El Regalo de Navidad
La navidad se esta acercando, tantas deudas que tengo, tantas complicaciones. Mi jefe ya me dio mi regalo de fin de año: Mi despido. En enero me uniré al gran mundo de los desempleados, aquel grupo que desde siempre ha recibido burlas de mi parte ya que siempre los he visto como vagos e irresponsables. Hacia ya voy, con deudas, desempleado y con un niño el cual lo es todo para mí. Es un niño hermoso, de 5 años de edad. Muy inteligente, simpático, sociable... idéntico a su madre. Me llena de satisfacción el solo hecho de ser su padre, siempre añoré tener un hijo y darle la mejor vida, pero aparentemente estoy apunto de fallar. Mi hijo tiene un defecto de nacimiento en el corazón. A su primer año se le realizó una operación tratando de reestructurarlo. El pronóstico fue bueno, pero ya a estas alturas, 4 años después, se ha complicado bastante y la única posibilidad es el trasplante de corazón.
Hemos visitado cientos de fundaciones y organizaciones benéficas, anotando a nuestro hijo en todas las listas de espera, lista que hacienden a miles y miles de pacientes. Nuestro hijo en estos momentos esta sonriendo, solo con mirar su sonrisa y esos grandes ojos brillantes es suficiente para luchar, para dar todo de mi, incluso mi vida. Me parte el alma verlo acostado en la cama del hospital, esperando a que ocurra un milagro u ocurra lo impensable. Para el, claro esta, no hay muerte. Para el es solo la reunión con su madre...
Llegando la navidad, me preocupa bastante que regarle a mi hijo. Puede que sea su última navidad. Me aterra el solo hecho de que eso pueda pasar. Tantos juguetes que hay en el mercado, tantos padres que van a la tienda sin pensarlo a comprar con su crédito lo que sea. Yo ni eso tengo en esta etapa. No tengo un centavo encima, Dios que frustración! Ya en realidad no tengo otra cosa que pedir prestado y agrandar mi deuda una vez más. Justo estando en la juguetería me llaman del hospital: Mi hijo esta en sus últimos momentos. Corro rápidamente y llego a su lado, llorando por su inminente perdida y frustrado por no ser el padre que el merecía, lo abrazo fuertemente, el aprieta con su pequeña mano mi dedo, con su sonrisa característica y con la voz entre cortada me susurra sus últimas palabras: “Papi, no llores, mami me dijo que todo esto es un sueño feo, pronto despertaremos y estaremos todos juntos… te quiero con todo mi corazón”.